Nacido en Gaza (2014) es un docudrama dirigido por el argentino Hernán Zin, y coproducido
por él mismo y Jon Sistiaga. Para entender el documental, primero hay que entender el
contexto bélico entre Palestina e Israel. En 2014 se produjeron múltiples bombardeos en Gaza,
tema que cobra actualidad ya que en 2021 también renace el conflicto, y sin ningún reparo
Hernán se trasladó a Gaza para mostrarnos la realidad.


Zin quiso tomar testimonio directo para la realización del filme, para ello le dio voz a los más
desamparados de la guerra: los niños. El propio director asegura que cada niño representa un
aspecto de la sociedad: la pérdida del hogar, la pobreza, la muerte de un familiar, otro es
víctima de un bombardeo… todo esto, unido a las consecuencias psicológicas de cada uno.
El documental está disponible en Netflix, y hay que resaltar que no tiene doblaje ya que el
realizador aseguró que no quería perder ningún matiz de los testimonios tan duros que lo
conforman.


Nacido en Gaza se rodó en 10 días y aunque se puede comprobar cómo se grabó con escasos
recursos, el resultado es una obra magnífica con un contenido difícil de digerir que no deja
indiferente al espectador respecto al conflicto bélico Palestina-Israel.

La base del docudrama son las entrevistas a los niños, que son el propio hilo conductor de la
grabación. Esto hace que la estructura esté muy definida: la película se divide en diez partes,
cada una es una entrevista personal. El realizador cambia de un testimonio a otro a través de
imágenes de archivo de un cielo con un texto explicativo sobre diferentes datos sobre la
guerra en Gaza en 2014: número de muertes, edificios destruidos,… con una tipografía sans
serif que facilita su lectura. Hernán Zin optó por finalizar el documental con el mismo
testimonio y en el mismo sitio donde empezó a rodar, creando así una estructura circular.


El ritmo del documental es lento debido al uso abusivo de planos recurso en slowmotion, lo
que no significa que se haga pesado, ya que Zin sabe combinar de muy bueno modo este
efecto con otros planos dotándole dinamismo al documental.

Cabe destacar la importancia con la que el realizador utiliza los planos detalle en este
documental, encuadres cerrados de heridas y de lágrimas, aportándole al espectador la
sensación de dolor. Los planos de los totales están grabados con trípode, mientras que los
planos recursos son grabados con cámara en mano.


Respecto al etalonaje, podemos observar una colorimetría neutra con el predominio de
tonalidades grises, otorgándole al documental una perspectiva seria y solemne. La
iluminación de la grabación es de muy buena calidad, bien es cierto que la mayoría de planos
están rodados a plena luz natural.

El sonido es un factor muy cuidado en la producción del documental. Encontramos sonidos
diegéticos como son las propias conversaciones de los niños con sus familiares o sonidos
recurso como carreteras, y el sonido extradiegético, que es la propia música que el realizador
pone en postproducción. Se trata de una música instrumental de piano que refuerza las
palabras de los entrevistados y las imágenes que vemos en pantalla.


Personalmente, en postproducción habría estabilizado las imágenes porque en múltiples
ocasiones da la sensación de reportaje casero, que no es sinónimo de mala calidad,
entendiendo, por ende, que esa es la virtud de la película, mostrar una realidad.
Recomiendo el film para poder entender el conflicto bélico actual entre Palestina e Israel, ya
que aporta una visión diferente al público y hace hincapié en los más afectados de la guerra:
los niños.

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